jueves, 14 de mayo de 2015

Tom Sawyer de M. Twain

El protagonista de esta historia es Thomas Sawyer, un chico huérfano que vive junto a su tía Polly y su hermanastro Sid en St. Petersburg, un pequeño pueblo del sureste de Estados Unidos a orillas del río Misisipi. Tom es un niño con mucho ingenio, revoltoso y que siempre está ideando travesuras que provocan que su tía se enfade continuamente con él e intente hacerle comprender la importancia tanto del trabajo como de la disciplina y buen comportamiento. A lo largo de las páginas vivirá distintas aventuras convirtiéndose en pirata, bandido o buscador de tesoros junto a sus amigos, entre quienes se encuentra Huckleberry Finn. 

  Para escribir esta obra, Mark Twain nos indica en su prefacio que se ha inspirado en su propia infancia, relatando anécdotas protagonizadas por él mismo o por alguno de sus amigos y construyendo a los personajes a partir de la combinación de los rasgos característicos de sus conocidos. Es por tanto una obra que resulta muy cercana y real, que en función de la edad con la que la leamos, nos hará recordar nuestra propia infancia y las ingenuas ideas que pasaban por nuestra mente.
La novela se compone de treinta y cinco capítulos de corta extensión en los que Mark Twain va recogiendo una crónica de lo que sucede a Tom Sawyer en su vida durante unos meses. Sigue así un curso lineal y no hay una trama o argumento principal sino que va recogiendo las diversas aventuras que Tom protagoniza junto a sus amigos. Es una lectura fácil y accesible, caracterizada por el uso de una prosa sencilla, ágil y realista en la que se dan cita el humor y la ironía que definen el estilo del autor, contando además con abundantes diálogos que imprimen dinamismo. No obstante, hay que tener en cuenta la época en la que fue escrita pues el lenguaje empleado por el autor es el propio de su tiempo y así nos encontramos con algunas palabras más complejas o desconocidas para nosotros ya que su uso se ha perdido con el tiempo, pero fácilmente identificables por el contexto en el que se encuentran.
Si bien desde un principio conocemos la mayoría de rasgos que definen el carácter de Tom, a lo largo de los capítulos se irá perfilando su personalidad con más detalle y profundidad. Tom, como cualquier niño de su edad, es un niño travieso, rebelde y aventurero que cuenta con una gran imaginación y perspicacia, especialmente para salirse siempre con la suya y librarse de las tareas que su tía le impone. Vemos en él la ingenuidad e inocencia que caracteriza a la infancia y que es la causa de que siempre acabe metiéndose en líos a raíz de sus ingeniosas ocurrencias, que en más de una ocasión nos arrancarán una sonrisa. A pesar de todas las travesuras que protagoniza, no todo en Tom es maldad y acabaremos observando la evolución que se produce en su personalidad y su corazón bondadoso y noble

 


Tom es el auténtico protagonista de esta historia pero junto a él hay otra figura que queda perfilada con bastante detalle: su amigo Huckleberry Finn. Es un niño que si bien comparte con Tom muchos rasgos, queda definido por un espíritu mucho más rebelde y libre. Hijo del borracho del pueblo, Huck es un muchacho aborrecido y temido por todas las madres por ser un holgazán y desobediente, prohibiendo a sus hijos jugar con él, lo que contrariamente hace que sea admirado y envidiado por los niños, que lo ven como una especie de héroe. Huck y Tom compartirán secretos, supersticiones, búsquedas de tesoros, remedios y encantamientos que les llevarán a vivir juntos múltiples aventuras, llegando incluso a salvar alguna vida o convertirse en testigos de un asesinato.
El resto de figuras tienen papeles muy secundarios y por lo tanto están escasamente definidas, pues no es necesario profundizar más en sus personalidades. Tenemos así entre los más relevantes a la pobre tía Polly, una mujer de corazón bondadoso y que se esfuerza por educar y corregir el carácter de Tom; Becky Tatcher, la niña que despertará el lado más romántico de Tom; Joe Harper, otro de los amigos con los que Tom compartirá aventuras o Joe el Indio, que encarna el papel más sórdido.
Gracias a su obra Mark Twain nos permite también acercarnos a la realidad de la época, encontrándonos detalles de la forma de vida en los hogares, de sus costumbres y creencias, de la educación impartida a los niños o los castigos impuestos. Podemos así señalar que estamos ante una obra costumbrista que se convierte en reflejo de la forma de vida en este pequeño pueblo americano con sus hábitos diarios, supersticiones y ritos. Asimismo a través de acertadas y precisas descripciones tenemos una idea del ambiente en el que se desarrolla la acción, acercándonos a los bosques, islotes, cementerios o grutas que se convierten en testigos de las aventuras de Tom y sus amigos.

Creo que el gran acierto de Las aventuras de Tom Sawyer es ofrecernos la posibilidad de trasladarnos, aunque sea momentáneamente y a través de la lectura, a nuestra propia infancia, recordando esos momentos de juegos imaginarios en los que nos convertíamos en piratas, indios o buscadores de tesoros escondidos. Pero por otro lado pienso que también es una novela que en cierta forma recoge el cambio que se ha producido en la forma de vivir la infancia y en los juegos que comparten ahora los niños, más acostumbrados a intercambiar impresiones sobre el último juego de la consola que a imaginar una nueva aventura para compartir con los amigos.
Así que en conclusión, Las aventuras de Tom Sawyer es un libro repleto de acción y aventuras en el que las historias de fantasmas, de tesoros ocultos, de piratas o de  bandidos recuperan el protagonismo para hacernos pasar unas agradables horas de lectura. Un libro que nos convierte momentáneamente en niños, recordándonos cómo éramos y pensábamos en esa época y las aventuras o travesuras en las que nos vimos implicados. 

Fuente: http://www.eluniversodeloslibros.com

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